martes, 4 de octubre de 2011

Indiana Jones and The Temple of Doom (1984 - Dir. Steven Spielberg)




Ah, desert! Chilled monkey brains.

Indiana Jones es mi héroe, lo fue desde que tengo 9 años y hoy que tengo hartos más lo sigue siendo y lo será por siempre.

Cuando era chica y jugaba en el destartalado patio de mi casa, soñaba con que Indiana llegaba y me invitaba a alguna de sus aventuras, jamás soñé con ser él, eso era imposible, una blasfemia, tampoco una de las damiselas que lo acompañaban, eran asustadizas y mi etapa de princesa ya estaba culminando. Yo quería ser su compañero de aventuras, llevarle su látigo, acercar su elefante para que él lo montara, salvarlo en la peor  de las emboscadas.

Pucha que hice hoyos, pucha que me inventé mapas, y tú, mi querido Indie, nunca pasaste por mí. Me conformé con ver tus películas 200 veces, y la primera que vi, no se me olvido nunca más.

La primera aventura   de  mi queridísimo Doctor Jones o la primera de la que yo me enteré, comienza en Shangai.

 Henry Walton Jones Jr, es un respetado profesor de arqueología en una universidad de New york en los flamantes años 30, pero en sus tiempos libres se dedica a encontrar arcas perdidas y cuanto objeto bacán esté enterrado y sea trascendental y cósmicamente importante para la humanidad. En esta oportunidad, ha encontrado las cenizas del Nuahchi, el primer emperador de no sé qué dinastía, la cosa  es que va a un bar, y lo cambia por un por supuesto valioso diamante pero  el dueño del bar y sus hijos, le tienden una trampa. Envenenado y engañado, logra zafarse de la emboscada y toma una  rehén, la bella damisela,  que en esta aventura es una blonda cantante. A las afueras del bar lo espera su compañero “Shorty”, una sabandija coreana, de como 8 años, que tiene la suerte que yo no tengo, y manejando un auto,  lo ayuda a escapar. Toman una avioneta pensando en que han zafado, pero esta es manejada por los secuaces del emboscador, así que saltan en paracaídas. Si estuviéramos hablando de otro, y no de Indie,  por supuesto que mueren estrellados en cualquier montaña o risco, pero no, el arqueólogo se las ingenia para convencerlos de saltar en una balsa a modo de paracaídas que los lleva  a un lugar en la India, una aldea azotada por la hambruna y la falta de agua. El sacerdote de la aldea reconoce en los ojos de Indie la bondad y le pide que lo ayude. Les cuenta que el templo tiene un nuevo "Maharaja" (Algo así como el supremo sacerdote de por esos lados), adorador del mal, les han robado la piedra sagrada y sus niños han desaparecido.




Indie acepta el desafió y se dirige al templo, y es aquí donde se viene la escena de comidas mas bacanísima de todas las películas “helado de sesos de mono, señor”, “serpiente con sorpresa, señor” y una serie de comidas así de ricas. En el templo están todos como locos y misteriosos, y obviamente lo misterioso tiene que ver con la aldea y la desaparición de los niños. Indie y los demás, se van a descansar pero intentan matarlos. Indie y Shorty escapan, pero Willie deberá seguirlos y rescatarlos y poner a prueba sus mayores temores. Es aquí donde Shorty, Willie e Indie se dan cuenta de la ondita del Maharaja: Están todos metidos en una secta, sacando corazones, haciendo sacrificios y mas encima en la onda de la explotación infantil, problemas a los que sólo alguien, tan inteligente, guapo, valiente (excepto si hay una serpiente cerca), cómo el Dr. Jones podría dar solución.



Crecemos y nos inmovilizamos. Se nos olvida imaginar, crear y aventurar. Planificamos todo, estructuramos todo, sistematizamos todo. ¡ohh maldita rutina robadora de aventuras! , como nos paralizas y nos vuelves zombis de nuestras propias decisiones, como nos indeferencias  frente a los otros y a lo otro.

Pero ¿ y si un dia acompañamos a Indie? así creyendo en la aventura, creyendo  en que ponemos encontrar cualquier cosa. Lo que sea, una nueva pega, una calavera de cristal, un loco amor. Da igual que sea en Shangai, en Bali, en Santiago o en Quillota, cualquier lugar sirve, para aventurar.

 No digamos que yo, por estos dias,  soy una aventurera, pero con Indie tenemos mucho en común, yo también soy profesora, (no de una universidad, pero profe igual), odio a las serpientes tanto como el  y me encantaría tener un látigo, y de vez en cuando, sobre todo cuando veo por millonesima vez la peli,  sigo buscando y aventurando, como saben si por ahí,  por ahí encuentro el tesoro que todos buscamos. 



-Señorita miel.